¡Sevilla se viste de fiesta!

No cabe duda de que la ciudad de Sevilla cambia en Semana Santa. En esta ciudad, son muchos los que viven el año esperando la llegada de la Semana Santa. Están deseando ver las procesiones. Muchos sevillanos contemplan con ilusión lo que lo que los pasos representan. Sin embargo, no solo  quienes profesan el cristianismo disfrutan de esta fiesta religiosa. Muchos sevillanos admiran las esculturas de las procesiones desde el punto de vista artístico.

La música que las acompaña marca el ritmo y la sonrisa de todo el que pasa. Familias enteras aprovechan el Domingo de Ramos para vestir sus mejores galas. El clima primaveral nos invita a salir de casa, toda la ciudad está animada. Es habitual que los jóvenes salgan de juerga en la Madrugada.  Personas de todas las edades viven de forma especial este momento. Los niños se asoman a la calle para pedirles a los nazarenos que les repartan caramelos. Pero acompañando a las procesiones llevadas por costaleros, también podemos encontrar nazarenos de cualquier edad: desde pequeños que apenas han aprendido a caminar hasta adultos descalzos haciendo penitencia. En Semana Santa, toda Sevilla sale a la calle.  El olor a incienso que inunda el aire anuncia la llegada de lo que anhelan expectantes.

 

Por otra parte, la Semana Santa también se caracteriza por su gastronomía típica. La Cuaresma es una tradición previa a la Semana Santa que comienza el Miércoles de Ceniza. Quienes la siguen, se privan de comer carne durante esos días. Así pues, los garbanzos con bacalao cobran una importancia especial en esta fecha.  Por lo que este guiso se conoce como «potaje de vigilia». Independientemente de la Cuaresma, nadie resiste la tentación de probar los dulces típicos, ya sean los pestiños o las torrijas de leche o de vino. A todo el mundo le gusta darse ese capricho.

 

   La semana santa para los extranjeros: ¿holy week?

Desde el punto de vista traductológico, la Semana Santa es un evento de lo más interesante. Como está repleta de referencias culturales cargadas de significado, traducir  todo lo que conlleva es, como mínimo, complicado. La falta de equivalencia entre tradiciones de diferentes culturas hace que los traductores nos encontremos con palabras intraducibles. El término «Semana Santa» implica para un español mucho más de lo que «Holy Week» puede transmitirle a un angloparlante. «Torrija» no es lo mismo que «French toast», y «La Borriquita» no es «The Little Donkey». Es aquí donde entra en juego la labor de los traductores como mediadores culturales. Pero para conocer de verdad todo lo que la Semana Santa implica, hace falta vivirla.

 

 

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